Más horas en casa, menos salidas, menos privacidad y nuevas necesidades. Qué cambios dejará esta nueva normalidad a la hora de repensar los ambientes y sus usos.
La casa antes de la consolidación del home office como única alternativa posible ante la pandemia del COVID-19 era muchas veces solo un lugar de paso. Se vivía más tiempo afuera que adentro y solo los fines de semana eran momentos para hacer uso total.
La resignificación del hogar llevó a que la decoración y las remodelaciones fueran temas de agenda. Estar 24 horas en un espacio requería repensarlo no solo a nivel visual, sino también para la comodidad del día a día.
La evolución de la casa siempre acompaña a la del contexto. Así, cuando apareció y se potenció la existencia de la cocina comedor, el living dejó de ser considerado para los momentos diarios de comida y, a su vez, la cocina pasó a ser el centro de reunión familiar. Actualmente, el comedor está en todas partes. Pese a que no es lo recomendado durante el trabajo remoto, en todos lados se puede generar el espacio de cena o almuerzo. De esta forma también la mesa del living, que en general era usada para ocasiones especiales, hoy se transformó en un escritorio de trabajo o escuela. Vive llena de libros, papeles y es más un depósito de la vida remota que un punto de encuentro formal. Además, ante las imposibilidades de reunión debido al riesgo sanitario, el uso del living como espacio destinado específicamente para el entretenimiento social y colectivo queda relegado a la rutina cotidiana.
Momento de repensar los espacios
“Los espacios de la casa son espacios que obedecen a ciertos requerimientos”, puntualiza Rodrigo Martín Iglesias, arquitecto, profesor titular de Historia de la arquitectura en la Universidad de Buenos Aires y director de la Maestría Binacional en Diseño Abierto para la Innovación Open Design UBA/ Humboldt Universität zu Berlin. Las nuevas necesidades desataron remodelaciones en los hogares para dividir, unir y amplificar espacios. La privacidad se reconfiguró con el paso del 2020 y cada familia se adaptó a la convivencia que obligó conocer, compartir y estar durante actividades del otro conviviente, que antes se realizaban afuera.
Respecto a la arquitectura post pandemia, Martín analiza que no va a cambiar mucho:“Hay cierta inercia de la industria sobre cómo se resuelve un problema”. También, señala que este tipo de cambios tan drásticos como los que se están viviendo en el habitar no suelen tener un impacto inmediato sobre las prácticas. A su vez, reconoce: “Existe esa sensación generalizada de que ésta en una situación extraordinaria y que pronto se volverá a cierta normalidad”. En ese sentido, los edificios y casas pensados para un largo plazo deben contemplar esa posibilidad, de la cual hoy en día poco se conoce.
Sin embargo, lo que sí se pudo advertir es que ciertos espacios del hogar se revalorizaron y tomaron funciones que antes no tenían. Ambientes para home-office o home-school, más cantidad de espacios verdes y más metros cuadrados fueron las características que las personas destacaron el año pasado a la hora de buscar una nueva vivienda. “Hay una necesidad de tener espacios un poco más compartimentados dentro de nuestras casas actualmente”, indica el arquitecto. En este punto, el impacto de la transformación laboral fue uno de los principales factores. Las nuevas dinámicas laborales, la extensión de la modalidad remota a muchísimos rubros y, por supuesto, la llamada cuarta revolución industrial se convirtieron en claves fundamentales para volver a conquistar el hogar.
El especialista cuenta que, desde su perspectiva, lo que se conoce como estudio que no muchas casas lo tienen y que se sumaba como un ambiente extra, hoy probablemente se vuelva más necesario y podrá empezar a ser uno de los ambientes contemplados de la vivienda. “Antes una casa de 3 ambientes, generalmente tenía un living y dos dormitorios. Probablemente bien día se empieza a contemplar la posibilidad de que un tercer ambiente o un cuarto ambiente sea un estudio, un espacio de trabajo”, reflexiona.
Respecto a espacios integrados como la cocina, el comedor y el living, analiza que se suelen trabajar de esta manera y que además, así lo demanda la situación que estamos: “El home office nos lleva también a querer tener espacios más amplios, espacios donde podamos relajarnos, espacios donde podamos justamente salir de la sensación de encierro”. Además, agrega: “Yo creo que las casas y los departamentos del futuro van a ir hacia un equilibrio entre ambas cosas”. En esa proyección, contar con balcones, terrazas o ambientes semi-cubiertos fue una necesidad que se profundizó. Ahora se piensan los lugares al aire libre no sólo como ámbito de relajación, sino también como áreas para estar, extensión de los espacios cerrados. “Creo que puede existir la posibilidad de que en algunos casos se resignen algunos metros cuadrados cubiertos para hacer un poco más habitables esos metros cuadrados abiertos, privados”, destaca el arquitecto.
La convivencia diaria, permanente y desafiante que trajo consigo la pandemia, sobre todo en los tiempos de cuarentena evidenció una disyuntiva entre la necesidad de contar con espacios divididos, propios, privados e íntimos y, al mismo tiempo, el deseo de tener espacios amplios para contrarrestar la asfixia del encierro entre cuatro paredes.“La pandemia nos obliga hacer ambientes más grandes y también busca más privacidad, que sería dividir el espacio en mayor cantidad de ambientes para cada uno”, resalta Nicolás Galante, gerente comercial de G&D Developers.
Así también, mientras la vida avanzaba con espacios de trabajo colaborativo, cafés con mesas comunitarias y un sistema que se direccionaba hacia lo colectivo, de pronto fue necesario recurrir a burbujas, mesas individuales y distanciamiento social.
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Mi hogar, mi refugio
Durante el tiempo que duró el confinamiento o es aislamiento social preventivo y obligatorio, la casa era el único espacio más seguro, quizás el único donde se podía vivir con tranquilidad y seguridad de no estar en peligro.
Las normas de higiene que se instalaron en la vida diaria e interrumpieron cada actividad también se ven trasladas al espacio más cuidado y de mayor protección: la casa.
Así, los halls que antes eran ambientes muertos, de paso y que simplemente contaban con poco mobiliario o alguna pequeña decoración, hoy son los espacios que median entre el afuera y el interior y, en el caso de los edificios, entre lo público y lo privado.
Las costumbres se modificaron por completo y algunas cuestiones que ya estaban establecidas en otras culturas ya empiezan a hacerse notar en la propia. El uso de alcohol en gel en las entradas, la toma de temperatura, la posibilidad de dejar los zapatos afuera y sanitizar las suelas. Respecto a estas nuevas adquisiciones, Rodrigo señala “creo que es muy difícil de predecir si se va a terminar de incorporar pero también en ese sentido depende de cómo la arquitectura lo promueva o no lo promuevan”. En esa línea, en tanto exista por ejemplo, la necesidad de colocar un mueble en el hall para poder guardar los zapatos, dejar abrigos y colocar estos elementos de higiene, será más sencillo incorporar este hábito a largo plazo.
Los espacios comunes
Pensar lo colectivo y compartido aún es un desafío cuando la distancia es la medida primordial. Sin embargo, desde los desarrollos ya se piensan algunas alternativas. Nicolás Galante plantea la posibilidad de que comiencen a pensarse con espacios de uso común como coworking a partir de la nueva modalidad de vida profesional.
A su vez, en muchos edificios dentro de los amenities se encuentran los salones de usos múltiples. Se trata de espacios que, según determina el consorcio, se pueden utilizar para eventos sociales y reuniones u otro tipo de actividades. Lo cierto es que con la pandemia también se restringió su uso, que de todos modos solamente se acotaba a los días de fines de semana con horarios acordados previamente. Galante resalta que en los edificios construidos previo a la pandemia, los SUM son una gran oportunidad: “Durante la semana, durante el día tenían cero utilización, porque son espacios muertos y hoy en día concierta logística que se les aplica básica como un poco de calidez, alguna red WiFi, algunas pantallas a unas divisiones de trabajo y algunas mesas se pueden utilizar para los vecinos en el día a día”.
Es posible entender a simple vista que el verdadero impacto de la pandemia a la hora de habitar las cuatro paredes será posible vislumbrarlo con el pasar de los años y según los avances de la situación epidemiológica y cultural.
Imagen principal: Annie Sprat para Unsplash
Por: Mora Violante.