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Pensada por Amancio Williams, es un emblema de la arquitectura argentina, pero sufrió un gran deterioro con el tiempo.

Imaginá una casa en medio del verde, rodeada de árboles y saltando un arroyo. Un lugar ideal para la creatividad, para encontrarse y contemplar la naturaleza y dedicar las tardes a sentarse al piano mientras el sol entra por grandes ventanales y de fondo corre el ruido del agua. 

Así es la casa que el arquitecto Amancio Williams soñó, diseñó y construyó para su padre, el músico Alberto Williams, entre 1943 y 1946. Ese espacio casi poético y que hoy es una meca para los estudiantes de arquitectura, puede visitarse, pero, lamentablemente, sufrió incendios y vandalismo a lo largo de los años y hoy, aunque funciona a modo de museo, está visiblemente dañada.

Santiago Iglesias

Williams (Buenos Aires, 1913-1989) fue un arquitecto que diseñó mucho, pero construyó poco. La casa sobre el arroyo o Casa del puente, emplazada en Mar del Plata, es una de las joyas del movimiento moderno argentino que nos dejó como legado.

Tan trascendental fue Williams en la historia argentina que – además de numerosos nombramientos académicos y reconocimientos como el premio de la fundación Konex – entre sus logros se destaca el haber sido el nexo con Le Corbusier, el destacado arquitecto suizo. De hecho, fue Williams quien en 1949 se hizo cargo de la dirección de la construcción de la Casa Curutchet, en La Plata. Otro de los emblemas arquitectónicos de nuestro país.

Para el proyecto de la Casa del arroyo, al tener de cliente a su propio padre, que a su vez contaba con un buen pasar económico, Williams tuvo mucha libertad y presupuesto para montarla. De hecho, hay varios mitos alrededor de la construcción de la misma, por ejemplo, que luego de quitar el encofrado, Williams, obsesivo con los detalles, notó que había quedado corrido unos pocos centímetros del eje del arroyo y decidió tirar todo el trabajo abajo y empezar de cero. 

Cierto o no, la realidad es que el resultado final es impecable. Rodeada de bosque, la estructura longitudinal está pensada para que se vea el verde exterior desde cualquier rincón de la casa, totalmente cubierta por ventanas.  Desde el exterior, lo primero que resalta es el gran arco que une las dos orillas del arroyo Las Chacras, con líneas geométricas muy modernas y totalmente de hormigón que se martelinó y se dejó sin recubrimientos.

Santiago Iglesias

La planta principal, a la que se accede por una escalera que va acompañando la propia curva de la construcción, se divide en dos caras: una con el espacio privado y otra con el espacio común. Absolutamente todo está pensado para que tenga ventanas que miren a ese exterior lleno de naturaleza y a la suficiente altura desde el piso para que desde adentro se pueda ver directo a las copas de los árboles. 

Según el Archivo Amancio Williams, el interior de la casa está casi íntegramente construido en placa de madera: toda esta construcción fue realizada y montada como un conjunto en un taller de carpintería, luego fue desmontada y llevada a la obra donde se la armó definitivamente. Williams realizó esta obra no solo como arquitecto sino como constructor y capataz. La construcción insumió centenares de planos, 430 días de inspección y 120 viajes de ida y vuelta Buenos Aires-Mar del Plata, de 900 kilómetros cada uno. 

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La casa, que tenía también una división para albergar al piano y que funcionara como sala de músico y espacio de composición, fue ocupada con esos fines por poco tiempo. En algunas fotos que se conservan de esa época se pueden ver los detalles del interior recubierto en madera y una decoración simple con mobiliario típico de la década del 50. La principal protagonista era, además del piano de cola donde se sentaba Williams padre a trabajar, la naturaleza que la rodeaba. 

Tras la muerte de Williams, la casa se vendió y se usó como sede de una emisora de radio. Pero luego quedó abandonada y sufrió dos incendios (aparentemente intencionales) y una serie de actos de vandalismo, como los graffitis que hoy pueden verse en sus paredes tanto externas como internas. 

La casa, que fue declarada Monumento Histórico Artístico Nacional, Patrimonio Cultural, Histórico, Arquitectónico y Ambiental de la Provincia de Buenos Aires, y también de Interés Patrimonial, Cultural y Natural por la Municipalidad de General Pueyrredón, hoy abre sus puertas a quien quiera visitarla, pero todavía está a la espera de un plan para su refacción y revalorización.

Por: Eugenia Iglesias

Imagen principal: Santiago Iglesias

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