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Julio Florencio Cortázar vivió desde 1934 hasta 1951 en el antiguo barrio obrero Rawson en Agronomía. De esa época, quedaron nueve pabellones de viviendas colectivas. El famoso escritor vivía en el tercer piso del pabellón I, en la calle José Artigas 3246. En Historia detrás de una Fachada, te contamos más acerca de su huella en el lugar:

“El clima del barrio Rawson y Agronomía está presente en varios de sus cuentos”, describe el cartel de bronce que yace en la puerta del edificio del gran intelectual argentino. A metros de él, en la esquina entre las calles Artigas y Julio Cortázar, antiguamente Espinosa, hay un café bautizado como su famosa novela: “Rayuela”. 

Buzón para dejar un libro y llevar otro frente al edificio de Cortázar. Por: Lucía Benavente

Rawson y los viajes a las escuelas secundarias del interior

Al ingresar al barrio Rawson, la calle Artigas desemboca en la plazoleta Carlos de la Pua donde un grupo de jóvenes juega a la pelota sobre las rayuelas dibujadas en sus baldosas. Frente al pulmón verde se encuentra el Pabellón I donde vivía Cortázar junto a su madre, María Herminia Descotte de Cortázar, y su hermana, Ofelia. Estos pabellones habían sido creados en 1934 por la Comisión Nacional de Casas Baratas y el proyecto fue impulsado por el diputado conservador Juan Cafferata. Aquí el incipiente escritor pasó gran parte de su juventud.

En 1935, luego de recibirse de profesor normal en Letras en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta, Cortázar comenzó a viajar a diferentes ciudades para enseñar en sus escuelas y universidades. Inicialmente dio clases como suplente en una escuela primaria: comenzó a trabajar en Bolívar en 1937 y volvía a Agronomía únicamente en el verano.

Edificio de Cortázar. Crédito: Lucía Benavente.

Más tarde, en 1939 abandonó Bolívar para dar clases en la Escuela Normal de Chivilcoy. Desde allí, visitaba Rawson todos los fines de semana. Luego, por un breve periodo de un año y medio, fue profesor en la Universidad de Cuyo en Mendoza. Finalmente, regresó y se quedó en Rawson hasta 1951, año en el que viajó a París para radicarse en la ciudad definitivamente.

Luisa Valenzuela, amiga del escritor y autora del libro Cortázar/Fuentes. Entrecruzamientos, en relación a este período cuenta: “Basta con leer sus cartas de la época para entender la ambivalencia con que la vivió, esta lo separó del mundo cultural activo de Buenos Aires y sus amigos de entonces, pero le permitió sumergirse de lleno en la lectura.” 

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La experiencia de Nelly Schmalko con la familia Cortázar

En la actualidad Nelly Schmalko, socióloga y Directora de la Tecnicatura Universitaria en Economía Social y Solidaria en la Universidad de Quilmes, vive en el antiguo departamento de la familia Cortázar. La primera vez que pasó por el barrio quedó encantada por la naturaleza que tenía, por ese entonces vivía en el centro, tenía un hijo y estaba embarazada del segundo. Buscaba un lugar más tranquilo para vivir y paseando por Rawson vió el cartel de venta en la casa. Llamó a la inmobiliaria y al día siguiente fue a ver el departamento.

“Cuando llegamos el representante de la inmobiliaria tocó el timbre y dijo ‘¿Señora Cortázar?’, no era un apellido muy común… Al subir a la casa me encontré con muchas fotos de él colgadas en el hall y en ese momento me di cuenta que era la casa de Cortázar”, relata Nelly.

Le tomó siete meses a Nelly comprar la casa. La transacción fue más larga de lo normal. Cortázar, una voz siempre disidente de la dictadura, tenía dificultades para volver a Argentina a causa del gobierno de facto de Jorge Rafael Videla.

Recién en 1977 se logró hacer la transacción, pero, para ese entonces, la casa que la familia de Cortázar quería comprar para mudarse, en la esquina de Pedro Lozano y Nazca, había aumentado por la hiperinflación de ese momento y necesitaban la diferencia económica. Nelly únicamente contaba con el dinero que tenía en un principio y no más, por lo que comenzó a preocuparse.

Sin embargo, al poco tiempo la madre de Julio recibió una carta escrita por él en la que le decía que le había dado su palabra y la demora había sido por su culpa, por lo que pondría la diferencia que hacía falta. Nelly estuvo enormemente agradecida, “me parece una cosa a destacar porque no lo hace cualquiera”, afirmó.

La huella de Rawson en su literatura

En la casa de Artigas 3246 quedaron algunos objetos que pertenecían a Julio, un sillón de mimbre traído de su viaje a Mendoza, y su preciada biblioteca. Tan enamorado se encontraba Julio de ella que cuando la dejó le escribió un poema en 1976 llamado “Rechiflao en mi Tristeza”. “Te evoco y veo que has sido /en mi pobre vida paria /una buena biblioteca./Te quedaste allá,/ en Villa del Parque,/Con Thomas Mann y Roberto Arlt y Dickson Carr,/con casi todas las novelas de Colette,/Rosamond Lehmann, Charles Morgan, Nigel Balchin,/Elías Castelnuovo y la edición/tan perfumada del pequeño/ amarillo Larousse Ilustrado,/donde por suerte todavía/no había entrado mi nombre”.

Puerta de entrada. Crédito: Lucía Benavente.

Actualmente, Nelly conserva la biblioteca y explica que los primos del escritor le contaron que cuando iban de visita a la casa de los Cortázar tenían que tener cuidado con el rincón en donde se encontraba la biblioteca porque “era el de Julio” y que en cierto momento “los invitaba a pasar y les leía algo, ya que jugaban mucho con las palabras”.

Rawson marcó una impronta en la obra de Cortázar, según Luisa Valenzuela, “en toda persona que se dedica a la literatura, el tiempo y lugar de su formación dejan una marca indeleble”. Esta marca no sólo puede observarse en el poema a la biblioteca, sino también en Ómnibus, un cuento del libro Bestiario, donde el literato escribió: “A las dos, cuando la ola de los empleados termina de romper en los umbrales de tanta casa, Villa del Parque se pone desierta y luminosa. Por Tinogasta y Zamudio bajó Clara taconeando distintamente, saboreando un sol de noviembre roto por islas de sombra que le tiraban a su paso los árboles de Agronomía. En la esquina de Avenida San Martín y Nogoyá, mientras esperaba el ómnibus 168, oyó una batalla de gorriones sobre su cabeza, y la torre florentina de San Juan María Vianney le pareció más roja contra el cielo sin nubes, alto hasta dar vértigo.”

Los vecinos de Rawson

El barrio de chalets con persianas verdes de madera, pabellones de edificios con frondosos jardines en su centro interior y arboledas cubiertas de pájaros podría ser perfectamente sacado de uno de los cuentos de Cortázar. Rodeado de gatos que van y vienen siguilosos, “guardianes” los llamaba él, bellamente enigmático y silencioso.

Los vecinos conocen la vida de Cortázar y se sienten parte de sus historias. Victor Asa, ex-secretario del consorcio de uno de lo pabellones y vecino del barrio, vive encima del bar Rayuela, mientras da una de sus caminatas vespertinas dice: “si uno mira bien como somos en el vecindario, hay cronopios y hay famas”. Antes de reanudar el paso agrega que ahora hay un tour por el barrio y “vienen turistas con micro”. 

Una curiosa anécdota sobre el barrio es la equivocación que hubo con la calle que llamaron Cortázar, antiguamente la calle Espinosa. Los funcionarios del gobierno de la Ciudad le pusieron el nombre del escritor porque creían que él vivía sobre Espinosa, aunque vivía en Artigas. Por muy poco no sucedió lo mismo con la placa que iba a ir en la puerta de su antiguo edificio, la confundieron con un antiguo almacén del barrio pero una vecina les avisó de la equivocación y lograron colocarla en el lugar correcto. 

Calle Julio Cortázar, antes llamada Espinosa.

Últimos encuentros

El 30 de noviembre de 1983 Julio Cortázar volvió a la Argentina, motivado por el retorno de la democracia con Alfonsín. Se esperaba que el mandatario lo recibiera pero el encuentro nunca sucedió. La última y única vez que Nelly Schmalko lo vió fue en diciembre de 1983, “Julio estaba un poco desilusionado porque Alfonsín no lo había recibido, supongo que él tendría sus expectativas dada la posibilidad de los Juicios (a las Juntas)”. Fue un encuentro casual en una reunión familiar, Cortázar le preguntó si estaba contenta en la casa y también por el vecino de arriba, Dante, que lo dejaba subir a Julio a su terraza a tocar la trompeta.

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Fotos: Lucía Benavente.

Por: Lucía Benavente.

 

 

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2 Comments

  • Anónimo dice:

    En otro departamento del mismo complejo, con entrada por la calle Pantaleon Rivarola, viviò Samuel Eichelbaum.
    Saludos

    Carlos

  • Anónimo dice:

    Muchísimas gracias LUCÍA, hermosos recuerdos de mi juventud, viví en Villa del Parque, y estudie en Agronomía
    ferviente lector de Cortázar.
    saludos cordiales Ángel

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